lunes, 11 de abril de 2011

Yann Martel. Dos


HERMOSA FORMA DE ESCRIBIR (II)



¿Quién es en realidad el segundo Henry? Puede que sea un personaje de ficción, pero ¿no lo hace eso más real? En cuanto al primer Henry... parece que finalmente hizo un libro reversible, como esos que a veces ha editado Torremozas.

Yann Martel nació, curiosamente, en Salamanca; la casualidad se debe al hecho de que es hijo de un padre diplomático, aunque uno pueda preguntarse con razón qué hacía un diplomático canadiense en Salamanca. La pregunta, en realidad, es por la madre del autor, claro. Cualquier biografía que se consulte nos dirá que de joven residió en varios países, entre los que se encuentran Méjico y Francia. También nos informará, como la solapa del libro, que estudió Filosofía en Ontario y que pasó varios años de su juventud en la India. Sí: es un tipo curioso que lo mismo lleva el pelo “a lo afro” (véase la fotografía de la izquierda, arriba, que reproduce la que aparece en la solapa de Vida de Pi, libro del que ya he hablado en la gacetilla) que se pela muy corto y nos mira con cierta ternura no exenta de dureza, quizás porque su rostro tiene algo de marmóreo (la fotografía de Beatriz y Virgilio, que reproduzco también en el montaje al otro lado); tal vez estas cosas no sean demasiado importantes, mas ¿quién puede decir qué es realmente lo importante a la hora de escribir? Cuando me regalan una pluma me paso días enteros escribiendo.

Decía el gran Imre Kertész en Un instante de silencio en el paredón. El Holocausto como cultura, Barcelona, Herder, 1999, que prefería la película de Beningni a la de Spielberg. Y me parece que no le faltaba razón en su argumentación [1]. Formulemos una pregunta al hilo de esta argumentación mía (admito que es un poco delirante calificar de argumentación a lo que escribo): ¿cómo se puede hablar de lo que es imposible hablar?

Negra leche del alba...

Una dolorosa pregunta en los juegos para Gustav:

Juego número siete: Tu hija está claramente muerta. Si le pisas la cabeza, puedes alzarte un poco, donde el aire es mejor. ¿Pisas la cabeza de tu hija?

Un espanto, ¿verdad? ¡Pobres Beatriz y Virgilio!

Añadiré hoy que, como ya demostró en Vida de Pi y en La historia de la familia Roccamatio de Helsinki, Martel tiene sensibilidad teológica: no sólo sabe formular preguntas, sino que sabe hacer espacio al silencio, porque ¿acaso se debe decir todo?

Shalom.

[1] Véase el artículo “¿De quién es Auswchwitz?” Un instante de silencio fue el primer librro de Kertész que leí. Reconozco que me impactó notablemente y me dejó emocionado. La traducción—no podía ser de otra manera—estaba hecha por Adam Kovacsics.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me tiene usted realmente intrigado. Un saludo