martes, 7 de diciembre de 2010

David Safier

¿CÓMO SE JUZGA UNA NOVELA?
(y me refiero a una novela sin pretensiones)



            Hace unos días tuve que ir en tren a Málaga y para pasar el tiempo adquirí la nueva novela de David Safier, Jesús me quiere, Barcelona, Seix Barral, 2010. Conocía al autor por haber visto en las librerías su novela de más éxito, Maldito karma, que no he leído. Las trescientas páginas de Jesús me quiere se leen de un tirón y sin complicaciones: la estructura de la obra es sencilla, el lenguaje roza lo elemental y Safier no ha querido demasiadas complicaciones con el tema. No puede, sin duda, molestar a nadie. Y si alguien se sintiera molesto, sólo dejaría patente su propia estupidez, porque el autor no sólo no quiere molestar, sino que ha pasado con delicadeza por muchas cuestiones.

            El libro entretiene y poco más. Pero que entretenga no es poco; de hecho, consiguió que las dos horas de viaje se me pasaran con rapidez. Es evidente que le sobran páginas (o tal vez el desenlace empieza demasiado pronto), pero eso tampoco es un problema porque se trata de un juego de humor. Así, Jesús me quiere resulta diversión en el sentido etimológico del término [1]: se parece mucho al guión de una película de éxito porque posiblemente Safier no pretende otra cosa. De hecho, la forma de escribir acerca este libro a un libreto cinematográfico. Los personajes son muy endebles y el autor los maneja un poco al estilo de las marionetas; pero me temo que también esto entra en los proyectos del autor; así, nada nuevo descubro.

            El argumento es sencillo: una chica (Marie) decide casarse con un tipo al que deja plantado justo en el momento de la boda. Se refugia en casa de su padre y allí conoce a un carpintero, Joshua; en realidad es Jesús que vuelve a la tierra unos días antes del Juicio Final. Marie se enamora del carpintero y la historia se embrolla amablemente con la aparición incluso de Satanás, convocado para el Fin del Mundo. Como la novela es tan simple no será bueno resumir el resto de la trama.

            Dicho esto, ¿qué más se puede decir? Anoto algo antes de empezar: dudo mucho que el autor quiera hacer teología, porque no tiene apenas idea de lo que significa pensar la fe cristiana (quizás, como la protagonista, sólo tiene lo que recuerda de su infancia); además, una obra literaria no se puede juzgar por su teología (salvo que ésa sea intención expresa de la obra): ¿quién comparte en su totalidad la teología de la Ilíada? Sin embargo, quiero referirme al argumento de Jesús me quiere en dos aspectos de contenido. En primer lugar, la abolición de la escatología, pues Safier acaba salvando la situación mediante ese recurso; lógicamente, yo sostengo que un cristianismo sin escatología no es cristianismo, sino sucedáneo (y malo); este dato, sin embargo, forma parte de la mentalidad moderna [2] y queda patente en la novela. Y en segundo lugar, el concepto de Dios (no entro aquí en la confusión respecto a la doctrina trinitaria, pues Safier la necesita para que su guión funcione) que oscila como bombilla colgada de ningún techo, pero que ha perdido cualquier carácter de exceso de luz (misterio); estamos ante un Dios para niños pequeños que pone de manifiesto algo a lo que hice referencia en otra ocasión: la fe de muchos es sólo un recuerdo residual de una infancia a la que no pueden volver.

Shalom.

[1] Un estar vuelto hacia lo externo, un perder-se.

[2] Pretender una “religión a la carta” es poco más que un chiste malo. Sin embargo, es lo que hoy pretenden muchos. Nadie quiere conocer ya nada más grande que su conciencia –ni siquiera para la salvación.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo no pienso leer ni este ni Maldito Karma.