jueves, 11 de febrero de 2010

Hasta pronto, Alda Merini

ALDA MERINI

Nuestro mundo se hizo un poco más gris, más frío y triste el 1 de novimebre de 2009. En la tan mal comprendida—y, sin embargo, hermosa—fiesta de Todos los Santos la inolvidable Alda Merini nos dejó. Nacida en Milán el 21 de marzo de 1931 decía de sí misma:

(Sono una piccola ape furibonda.)

Mi piace cambiare di colore.

Mi piace cambiare di misura.

Estos versos de Alda Merini, que pueden verse en su “sitio oficial” en la Red la describen, en lo que yo puedo conocerla certeramente: una pequeña abeja furiosa a la que le gusta cambiar de color, a la que le gusta cambiar de medida.

Por suerte la editorial Vaso Roto ha publicado los dos últimos libros de la trilogía que comenzó con Cuerpo de amor. Se trata de Magnificat: un encuentro con María, y de La carne de los ángeles, ambos publicados en Barcelona en el 2009 (siendo las ediciones originales de 2002 y 2003 respectivamente). Las traducciones las ha realizado, con sobriedad, Jeannette L. Clariond, que se ha encargado también de las notas previas que anteceden a los dos poemarios.

Persona profundamente religiosa—y cristiana, aunque no esté de modo decirlo—, estos dos poemarios dan testimonio de la hondura de sus sentimientos si es que esta palabra llega a describir pálidamente lo que la poeta (nada de poetisa, ¿de acuerdo?) nos ha legado:

Salvate la madre di Gesú,

ella è dimora degli angeli,

ella è dimora della Parola.

La parola fiat

ha tagliato il suo grembo in due:

metà tenebra e metà dolore.

Salvate la valle del Signore.

Per camminare Dio bambino

ha bisogno di un prato,

per caminare Dio

ha bisogno del mondo.

Salvate la madre di Dio,

ella è tenera,

ella è solo una fanciulla,

ma tiene i coltelli della sapienza

nel gembro

per aprire un varco al demonio.

Lei lo affronterà,

la madre di Dio,

la migliore,

lo prenderà per sempre

lo caccerà nell'Inferno.

Lei,

l'eroina di tutti di tempi,

la dolce madre di Dio,

la tenera fanciulla d'amore,

le aprirà un varco alla poesia,

lei aprirà un varco al sole.

Salvad a la madre de Jesús,

ella es la morada de los ángeles,

ella es la morada de la Palabra.

La palabra fiat [hágase]

partió su vientre en dos:

mitad tiniebla y mitad dolor.

Salvad el valle del Señor.

Para caminar Dios niño

necesita un prado,

para caminar Dios

necesita del mundo.

Salvad a la madre de Dios,

ella es tierna,

ella es sólo una jovencita

mas lleva los cuchillos de la sabiduría

en el vientre

para resguardarse del demonio.

Ello lo enfrentará,

la madre de Dios,

la mejor,

lo tomará para siempre

lo echará al Infierno.

Ella,

la heroína de todos los tiempos,

la dulce madre de Dios,

la tierna jovencita de amor,

ella abrirá un camino a la poesía,

ella abrirá un camino al sol.

El texto, de una hermosura que asombra, sigue y lo he colocado sólo como una invitación para seguir disfrutando de la lectura (nótese que se nos ofrece una traducción interpretada, pues quizás hubiese sido mejor traducir aprire un varco al demonio de acuerdo con la traducción de los dos últimos versos que he citado).

La poesía de Alda Merini nos ofrece ternura y consuelo, pero sin privarnos del dolor de la existencia, ese mismo dolor que marcó la existencia de la poeta milanesa:

E poiché mi hai redenta

fammi carne di spirito

e spirito di carne.

E poiché mi hai redenta

dammi un figlio

atrocemente mio.

No me parece que las categorías tradicionales—esas líneas que crean los agrimensores del espíritu y que se llaman conceptos—se puedan aplicar sin más a nuestra poeta. No hay en Merini distinción de sagrado y profano y este borrar los límites bebe, en mi modesta opinión, de una sagaz comprensión del mensaje cristiano para el que la realidad sagrada por excelencia, el sacramento de Dios, es el ser humano. En él acontece la epifanía de Dios y, citando a Ireneo de Lyon, Merini hubiese dicho también que la gloria de Dios es el hombre viviente (debemos recordar que el término hebreo para gloria, כבוד kabôd, puede traducirse por belleza, al igual que δόξα , doxa, en el Nuevo Testamento. Quizás estos poemarios puedan describirse así: como un intento creciente de acercarse a la belleza que nos deslumbra.

Shalom.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

De acuerdo con lo de poetisa. Mejor poeta.

Anónimo dijo...

Hermoso homenaje: retrata a una persona auténtica. Y a una auténtica persona.