martes, 1 de diciembre de 2009

Álvaro Pombo, el Grande

CRÓNICA DE LA MUERTE ANTICIPADA





Confieso gustoso que Álvaro Pombo García de los Ríos (Santander 1939) me cae bien, muy bien. Sin duda, Pombo será una de las personas a las que elegiré para pasear por el Cielo, pues espero que me encuentre allí. Creo haber leído prácticamente todo lo que ha publicado—menos el premio Planeta, pues me da un no sé qué de miedo. Herralde dijo, un poco mezquino el mohicano, que Pombo “casi” le había pedido permiso para presentarse al Planeta. Y eso que Pombo ha sido fiel, que yo sepa, y ha agradecido varias veces públicamente tener un valioso editor. Total, ¿cuánto ha publicado en Planeta? ¿Tres libros?


Como narrador, Pombo me suele encantar. Recuerdo haber hablado otra vez en la gacetilla de él. Como poeta, me disgusta con tanto protocolo y diría que es un mal poeta si supiese que no se ofenderá. Ahora acaba de publicar otra vez en Anagrama una nueva novela: La previa muerte del lugarteniente Aloof, Madrid 2009. He leído por ahí que Pombo recupera el pulso tras su paso por la otra editorial... ¿Acaso lo había perdido? Como en la mayoría de los libros que le he leído, también en éste tenemos tesis de fondo (filosófica, teológica, antropológica... vamos, poética): se encara el problema de la identidad en dos frentes; por una parte, en el profesor de narratología que adquiere el cuaderno del lugarteniente; y, por otra, en el escrito de éste. No me ha parecido, para nada, un libro de aventuras, aunque el relato pombiano tenga mucho de aventura (en sus dos frentes y diría sin reparo que el frente madrileño es más aventurero que el colonial), sino más bien una indagación altamente subjetiva en la que el autor (Pombo) debe desdoblarse en dos autores (el profesor y el lugarteniente) pero de manera que no pueden sumarse para conseguir una identidad definida, porque aunque los dos frentes escritos sean convergentes no suponen una confesión del autor. Ése parece el juego. Tengo la sensación de que le ha llevado casi más tiempo la estructura de la novela que la escritura de la misma; pero, claro, no entiendo demasiado y sin duda puedo equivocarme.


El universo es el pombiano y en tal cosmos el amor es una fuente inagotable de realidad, pues no en vano Pombo has dicho siempre, aunque quizás con otras palabras, que la vida de los hombres estaba encarada con el misterio. Digamos: sin el Misterio la vida sería irrespirable. El fondo del diario del lugarteniente ya estaba trabajado y tengo para mí que hay algunos papeles sobrantes de aquella maravillosa novela sobre la guerra de los cristeros, Una ventana al norte (santanderina la protagonista, conste). En fin, dicho lo dicho me queda por decir lo que diré: me ha gustado porque es de Pombo, pero La previa muerte del lugarteniente Aloof está falta de algo, no sé cómo decirlo, quizás del nervio al que nuestro maravilloso novelista nos tiene acostumbrados. Es una buena novela que se leerá con placer y de un tirón. Leer a Pombo siempre merece la pena pues, amén de buen escritor, es un tío la mar de simpático y, sobre todo, una buena persona que procura no sólo no hacer daño, sino poner algo de amor en nuestro mundo. Pombo, te quiero.



Shalom

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