miércoles, 13 de agosto de 2008


Para empezar


"Hojas que fueron libros, libros que fueron vidas" es el título que he puesto a estas páginas, porque me parece que los libros verdaderamente interesantes -sean poemarios, relatos, novelas o ensayos- nacen de la vida para hacerse vida. En este sentido, comentaré aquí no los libros que me hayan servido (un buen manual de bricolaje puede ser de mucha utilidad y, así, puede ser también un buen libro), sino aquellos otros que llegan como un soplo de vida y me han ayudado a plantear la vida, y a veces hasta vivir, de otra manera.

Mis intereses son bastante amplios y abarcan desde la poesía hasta la historia pasando por la teología, la filosofía y la novela. Ciertamente, de vez en cuando hay que leer ciencia, pues es un error común entre aquellos que hemos recibido una formación de letras -la expresión revela ya mi edad- pensar que la ciencia no es cultura; pero hoy es tal vez el factor decisivo en la construcción de la cultura. Claro que mis lecturas de ciencia no son técnicas, sino que se acuestan más bien a libros del tipo de los publicados por R. Penrose (La nueva mente del emperador, El camino a la realidad). Confesaré gustosamente, sin embargo, que esas lecturas me resultan difíciles y que prefiero enfrentarme con un texto de Hegel que con la teoría de cuerdas.

Por lo tanto, no se espere aquí un orden jerárquico de libros o de autores. De hecho, no soy persona dada a los autores -salvo excepciones de las que ya iré hablando-, sino a obras. Ésta es una verdad, sobre todo, en lo que a la poesía y a la narrativa se refiere; pero también se puede aplicar al ensayo. Como botón de muestra valga el último libro que Siruela ha publicado de G. Steiner, Los libros que nunca he escrito: haber escrito Presencia reales -un libro imprescindible en muchos aspectos- no hace que el último sea especialmente relevante, y lo digo así para evitar cualquier atisbo de crueldad con el autor.

(NOTA: escribiré el nombre de los autores en negrita, salvo que mi flaca memoria lo olvide, con el fin de facilitar la lectura y porque a veces el nombre de un autor sirve para orientarnos)

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